Castañeda Aragón fue un hombre que debido a trabajos diplomáticos viajó a muchos países del mundo, y esa vida de viajero lo marcó profundamente. El marinero y su estilo de vida, vida que él experimentó y que, según lo que se puede leer en su obra, siempre quiso llevar, es uno de sus temas recurrentes en sus poemas. Tomemos como ejemplo una estrofa de su poema Flota negra:
Los hombres tristes que mataron
su ansia aguda de navegar,
los que todo lo conocieron,
de nuevo un día viajarán
en esos barcos que se hundieron
a fuego, mina o tempestad,
en los náufragos buques idos
al fondo lívido del mar.
En varios de sus poemas se puede observar su amor por la región en donde vive, más específicamente por su ciudad y el mar que la rodea. A este mar y a todo lo relacionado con él dedicó gran parte de los poemas que escribió a lo largo de su vida, razón por la cual fue llamado “el poeta del mar”. Uno de esos poemas es La costa triste, del cual presento las primeras estrofas:
Yo vi un día una costa de rubos y de breñas
entre un mar de borrascas y un cielo de penumbra
ahumado como el triángulo de las velas norteñas
que van a las remotas radas que el sol no alumbra.
Resplandores de rojos crepúsculos abiertos
bajo solares climas, ponen su augusta gala
en los tramontos grises, pero campos desiertos
pronto el astral efluvio entre brumas señala.
No obstante, Castañeda Aragón no sólo dedicó su poesía al mar, sino también a algunos elementos tradicionales de la poesía como el amor, personajes célebres, tierras lejanas (influencia de sus viajes), entre otros. Podemos rastrear tales temas en uno de sus primeros poemas, Alaba a una pastora amiga del poeta, donde hace culto a la belleza femenina:
Eres fértil. Y eres igual que la temprana
flora de estas campiñas donde el amor se acendra:
tu cuerpo, en cuyo intenso despertar la mañana
sonríe, huele a sándalo y a geranio y a almendra.
Nunca había leído poemas tan bellos como los que este hombre escribió para honrar a ese mar azul que conoció plenamente y los deseos que tenía de vivir junto a él hasta el día de su muerte. La verdad, su obra en general lo convierte en uno de los más grandes poetas del país, especialmente por la originalidad y novedad de sus temas, que lo hicieron un escritor diferente a los demás. Para mí, la pasión con la que Castañeda Aragón describió sus sentimientos por el húmedo horizonte es aquello que permite que, cincuenta años después de su muerte, su obra continúe viva, y sus palabras lleguen a los oídos y corazones de nuevas generaciones, porque estoy seguro que sus poemas serán leídos por siempre.
Para terminar, dejo estos poemas de Castañeda Aragón, para que experimenten su obra.
Alaba a una amiga del poeta pastora
Eres fértil. Y eres igual que la temprana
flora de estas campiñas donde el amor se acendra:
tu cuerpo, en cuyo intenso despertar la mañana
sonríe, huele a sándalo y a geranio y a almendra.
No oyó flauta más clara tarde montesina
que tu palabra, música donde ríe la innata
frescura melodiosa del agua cantarina
que arrastra sus nerviosos cascabeles de plata.
Tú, Cloe o Amarilis, has de amar sus estrellas,
y en las noches del bosque Pan siguiendo tus huellas
dirá un canto preférito que tu nombre recuerde;
Soñarás junto al agua de los mudos remansos
y un día, al tibio aliento de los ganados mansos,
te entregarás medrosa sobre hierba verde…
La costa triste
Yo vi un día una costa de rubos y de breñas
entre un mar de borrascas y un cielo de penumbra
ahumado como el triángulo de las velas norteñas
que van a las remotas radas que el sol no alumbra.
Resplandores de rojos crepúsculos abiertos
bajo solares climas, ponen su augusta gala
en los tramontos grises, pero campos desiertos
pronto el astral efluvio entre brumas señala.
De noche, entre las piedras, el leproso y la bruja
de la aldea persiguen los crustáceos. Estruja
sus sombras la medrosa llamarada de un cuelmo.
Y pintado las aguas que apestan a sentina,
en el mayor de un lugre fulgura a la sordina
el resplandor diabólico del fuego de San Telmo.
Requiescat del marino
Marino, una noche
te vi sepultar
en el lóbrego y claro
sepulcro del mar.
Requiescat, marino
por siempre jamás!
Cuatro olas bullentes
tu caja de luz.
Algas y madréporas
jardín de tu cruz.
Requiescat, marino,
entre azul y azul!
Mortaja la bruma,
la estrella cirial.
Responso la sorda
voz del vendaval.
Requiescat, marino,
requiescat en paz.
Flota negra
Los hombres tristes que mataron
su ansia aguda de navegar,
los que todo lo conocieron,
de nuevo un día viajarán
en esos barcos que se hundieron
a fuego, mina o tempestad,
en los náufragos buques idos
Y surgirán humo y banderas
que enantes viera el sol flotar
y ágiles, rápidas, las hélices
partiendo el agua rotarán…
Por derroteros ignorados
esos navíos del azar,
sin cartas, brújulas ni anclas
en su viaje, ¿a dónde irán?
Se le verá en las claras noches,
desde otros barcos ambular
como siluetas de la bruma
que el viento empuja sin cesar,
sonando afónicas sirenas
que nada pueden anunciar,
buscando radas que no existen
de litoral en litoral.
Canto será – si un marinero
canta – de niebla y soledad.
Estará el capitán borracho
de agria ginebra de Amsterdam
y a los viajeros vaya risa,
vaya risa que les dará,
el pensar en el S.O.S.
o en la aguja de marear.
Los trasatlánticos perdidos,
que fueran palacios del mar,
serán la flota de un turismo
macabro hasta decir no más,
sin ingleses con amuletos
de los negros del Senegal
ni rubias mises que hagan fotos
para souvenirs de voyage.
Nocturno marino
Cuando ya fue de noche,
como surgen estrellas
nos desnudamos.
Una ola era negra.
Otra ola era blanca.
Lejos la costa oscura
perfilaba su curva.
Y tú ibas blanca
y resplandeciente
y desnuda.
Tras la barca
pesada y lenta
venía un rumor.
Eran las voces
de la tierra.
Y aquellas voces nos seguían
en una adormecida canción.
- Dejadnos, dejadnos, dijimos.
Somos como meteoros
náufragos de otros cielos,
no más…
Fuentes
http://www.lablaa.org/blaavirtual/literatura/quien/quien3b.htm
Instituto de Cultura del Magdalena. 1994. Gregorio Castañeda Aragón, Poeta del Mar. Gráficas Gutenberg Ltda. Santa Marta, Colombia. Págs. 12-13, 22, 113, 264-266, 288-289.
Rafael Salcedo Castañeda. Abril de 1984. Gregorio Castañeda Aragón, el poeta del mar. Huellas 11. Uninorte. Barranquilla, Colombia.